Hay habilidades y competencias que se pueden adquirir y que ayudan a generar un liderazgo eficaz, pero los líderes productivos que dirigen equipos sobresalientes tienen algo en común: inteligencia emocional. Ese es el elemento determinante y diferenciador.
La inteligencia emocional no se aprende, no se adquiere, no se encuentra: se desarrolla. Esto significa que todos los seres humanos la tienen, pero no todos son conscientes de ella ni logran desarrollarla.
Las organizaciones necesitan líderes que transmitan, que sean capaces de comunicar de forma asertiva sus ideas y sus objetivos. Líderes, en definitiva, que conecten con las personas y que sepan entender el paradigma de cada momento y de cada uno de los miembros de su equipo para actuar en concordancia y tomar las mejores decisiones.
La inteligencia emocional potencia las habilidades propias del líder y las conduce para que un equipo sea exitoso y, con él, una organización. ¿Cómo lo hace? Exploramos este concepto, su importancia, los elementos que lo componen y la forma en que se puede desarrollar.
Qué es inteligencia emocional
La inteligencia emocional es la capacidad que tiene una persona para reconocer, entender, moldear y aprovechar sus emociones y las de las personas con las que interactúa. El concepto, acuñado por los psicólogos Salovey y Mayer en los años 90 del siglo pasado, indica que la inteligencia emocional es una cualidad indispensable en un líder efectivo que integra cuatro elementos:
1. Autoconocimiento
Las emociones de las personas están dentro de ellas y muchas están ocultas. Las personas que logran un conocimiento interior propio sabrán reconocer sus emociones, tendrán la capacidad para identificarlas y podrán incluso despertarlas y sacarlas a flote cuando las necesiten.
2. Autorregulación
Hace referencia a la capacidad de gestionar las emociones o pensamientos para emplearlos en acciones productivas y constructivas, en lo posible, para impulsar el logro de un objetivo.
3. Reconocimiento de los demás
Aunque a un nivel menos profundo, la persona que ha desarrollado su inteligencia emocional es capaz de identificar, comprender y gestionar las emociones de otras personas, además de buscar la forma de sincronizarlas con las propias y desarrollar la empatía.
4. Construcción de relaciones
Los tres primeros elementos arrojan por defecto el tercero: se establecen relaciones fuertes, sólidas, en las que la comunicación fluye y los conflictos se solucionan de forma natural. La productividad es un primer resultado previsible.
Por qué es importante la inteligencia emocional para el liderazgo eficaz
Antes de la definición de Salovey y Mayer, los elementos que conforman la inteligencia emocional se mencionaban por separado como habilidades necesarias para encajar en un grupo social, llevar una vida familiar edificante, construir relaciones satisfactorias y ser un líder exitoso. Ya se entiende, sin embargo, que es un conjunto indivisible que ofrece destacados beneficios.
1. Mejora las cualidades de comunicación
Los líderes necesitan hacerse entender con claridad y sin equívocos, pero no es suficiente. También necesitan que el mensaje que envían transmita motivación, emoción, una visión y un punto de llegada.
Necesitan escuchar, entender y percibir sensaciones que están alrededor de las palabras, pero no exactamente contenidas en ellas. Después de todo, la comunicación es de doble vía. Parece complejo, pero no lo es para alguien que ha desarrollado su inteligencia emocional.
Sorprendente descubriendo cómo influye la #InteligenciaEmocional en un liderazgo eficaz. Share on X2. Facilita establecer relaciones con las personas
Gran parte del éxito de un equipo o de un proyecto es la calidad y la solidez de las relaciones entre los miembros del equipo y entre ellos y su líder. La inteligencia emocional hace que el líder genere y transmita empatía y confianza.
Hay una razón para ello: los miembros del equipo sienten que esa persona que está al frente los conoce y los entiende. Las personas se sienten valoradas y apreciadas y replican ese comportamiento entre compañeros. Así, se construye una red de solidaridad y camaradería que se traduce en alto rendimiento.
3. Resuelve conflictos
Todos los equipos de trabajo encuentran conflictos y diferencias en el camino. Es este el momento en el que es más evidente la existencia y el impacto de la inteligencia emocional y su capacidad para moldear, modificar y adaptar las emociones a una necesidad específica.
Algunos llaman a esto gestión de emociones, y lo es. Es una habilidad que permite dar la vuelta a emociones que, en primera instancia, parecen tóxicas o destructivas y canalizarlas para resolver un problema y reforzar los lazos entre compañeros.
4. Aumenta la capacidad para tomar mejores decisiones
Las emociones por sí solas no son malas, tampoco son buenas por definición. De hecho, la falta de control sobre las emociones condiciona la toma de decisiones irracionales, ilógicas y, por ende, lesivas para el proyecto. Ignorar las emociones antes de tomar una decisión parecería el camino lógico. Sin embargo, tampoco lo es.
Lo adecuado, de acuerdo con la inteligencia emocional, es reconocer, racionalizar y comprender las emociones propias y las de las personas que influyen en la decisión. Es lo que permitirá tomar una decisión informada y racional, con un grado aceptable y necesario de emocionalidad.
5. Inspira a los equipos de trabajo
Si algo tienen las emociones es que al presionarlas generan energía que impulsa a las personas a realizar acciones que alguna vez pensaron que no podrían lograr. Los líderes que han desarrollado la inteligencia emocional saben aprovechar las emociones para motivar, inspirar, elevar la moral y, como resultado final, mejorar la productividad y lograr objetivos.
Cómo desarrollar la inteligencia emocional
Desarrollar inteligencia emocional es un proceso que puede ser natural para algunas personas. Es, además, un proceso continuo que nunca cesa. Los líderes que trabajan en mejorar su inteligencia emocional, o en desarrollarla desde niveles muy incipientes, pueden acudir a las siguientes técnicas:
1. Autoconocimiento
Conocerse a sí mismo, profundamente, es el primer paso para desarrollar la inteligencia emocional. Reflexión interna y meditación son herramientas útiles para lograr un nivel de autoconocimiento adecuado.
Hablar con personas cercanas, del entorno familiar y social, no laboral, ayuda a obtener la visión externa sobre lo que tenemos en el interior. Finalmente, es bueno escribir las conclusiones y descubrimientos diarios en una especie de bitácora sobre este viaje a la profundidad interior.
2. Empatía
Entender a los demás, en sus sentimientos, sus emociones y sus pensamientos, es ser empático. No se trata de decirlo. Se trata de pensarlo y, sobre todo, sentirlo. La capacidad para escuchar es primordial en el desarrollo de empatía. Imaginarse en la situación de la otra persona es una estrategia útil para comprender en profundidad el contexto interior de la otra persona.
3. Control de emociones
Al despertar las emociones, se corre el riesgo de no poder controlarlas. De hecho, algunas personas tienen ese problema de forma innata. Controlar las emociones implica controlar ansiedad, estrés e impulsividad. La meditación, el yoga, escuchar música relajante, las buenas lecturas y la apreciación artística son ideales para ayudar a controlar las emociones.
4. Habilidades sociales
La principal habilidad social es la capacidad para comunicarse de forma efectiva, clara y empática. Esto significa que la persona puede enviar un mensaje comprensible, que lo hace de forma cálida y que, adherido al mensaje, transmite motivación y buenos deseos.
Las personas suelen creer que lo primero que se debe hacer para desarrollar habilidades de comunicación es practicar hablar en público y con diferentes tipos de personas. Es importante y eso viene después de lo que es realmente esencial: aprender a escuchar.
5. Aprendizaje continuo
El desarrollo de la inteligencia emocional es un proceso continuo, nunca se detiene. Por eso, los líderes que trabajan en ello necesitan buscar programas de entrenamiento, cursos o literatura especializada para descubrir nuevas técnicas que les permitan desarrollar su inteligencia artificial y llevarla a nuevos límites.
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