gestión de riesgos para directores

Los conocedores del área de gestión de riesgos aconsejan que la alta dirección guarde prudente distancia en la gestión cotidiana. Esto no significa apartarse o desentenderse del tema. Implica, por el contrario, que se acojan buenas prácticas en la gestión de riesgos para directores, que aseguren el cumplimiento de sus compromisos y responsabilidades con un área tan sensible en la operación eficiente de una organización.

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Entre otros objetivos, el seguimiento de estas buenas prácticas en la gestión de riesgos para directores, pretende que la alta dirección asegure que las políticas y procedimientos diseñados por los profesionales en el área sean consistentes con la estrategia y el apetito de riesgo de la organización; y también que funcionen según lo esperado y que se tomen las medidas necesarias para fomentar una cultura de prevención en toda la organización.

9 Buenas prácticas en la gestión de riesgos para directores

Los directores son ahora más responsables que nunca con la gestión de riesgos. Sin embargo, en las organizaciones modernas se percibe deficiencia o ausencia de liderazgo. Esto es hasta cierto punto entendible. Después de todo, los directores no son especialistas en ese área específica.

Además, como ya señalamos, el concepto tradicional imperante indica que los directores no se involucran con la gestión de riesgos. Por eso, la gestión de riesgos para directores representa una tarea difícil y ardua. Se trata, por supuesto, de un enfoque cultural nuevo.

Pero los directores se pueden preparar atendiendo estas 9 buenas prácticas:

1. El riesgo debe ser un concepto cultural

Con la redacción de políticas y procedimientos, y con que los empleados los sigan al pie de la letra, no es suficiente para implementar una cultura de prevención sostenible, ética y eficiente.

La gestión de riesgos es un proceso colaborativo y continuo que requiere el compromiso y aporte de cada uno de los empleados. Ellos no lo entenderán así solo porque aparezca escrito en un documento. Necesitan el ejemplo y la voz del director o directores.

2. Identificar las debilidades en la gestión de riesgos

Un error recurrente en la gestión de riesgos es sobreestimar las fortalezas e ignorar las debilidades. Las debilidades se observan con mayor claridad al mirar desde arriba. Por eso, es fundamental que la alta dirección sea capaz de reconocer esas vulnerabilidades del sistema de gestión de riesgos y se asegure de que los profesionales del área implementan las acciones necesarias para eliminarlas o minimizarlas.

3. Formación en gestión de riesgos

Los directores no son expertos en gestión de riesgos, pero es recomendable que cuenten con conocimientos sobre el tema. Por ello, deberían realizar los programas formativos en gestión de riesgos necesarios para ponerse al día con los conceptos modernos en el área.

4. Acercarse a los clientes, los empleados, los proveedores

Algunos directores han hecho su carrera empezando desde abajo en la organización. Otros llegan a la alta dirección desde otras organizaciones, sin conocer a las personas que conforman la base de la pirámide.

Unos y otros necesitan entender que la gestión de riesgos efectiva requiere del conocimiento sobre las necesidades y los intereses de las personas que se ven afectadas y beneficiadas por la gestión de riesgos. Los clientes, los empleados, los proveedores, los socios comerciales, todos ellos tienen cosas que decir y es importante que el director las escuche.

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5. Conocer los números y los datos sobre gestión de riesgos

Supongamos que en una organización se presenta un alto número de accidentes de trabajo. Pero, un informe detallado indica que el 80% de lesionados son trabajadores que operan una misma máquina. El director conocía la primera cifra, pero no la segunda un poco más detallada. Por eso nunca pudo abordar el problema de modo efectivo. Y los profesionales del área tampoco lo hicieron, porque no recibieron una directriz en ese sentido de la alta dirección.

Esto demuestra que el director necesita tener los datos completos y detallados para ejercer el liderazgo que le corresponde en la gestión de riesgos.

6. Establecer un canal de comunicación dinámico

En una organización típica, a diario se presentan incidentes, accidentes, casi accidentes, que pueden dejar lesiones o consecuencias más graves. Pero también aparecen nuevos riesgos que amenazan la seguridad de la información o la estabilidad financiera.

El director no puede conocer todos estos eventos por arte de magia. Necesita un canal de comunicación interactivo y dinámico que le permita mantenerse al tanto y, en base a la información recibida, retroalimentar a su equipo de gestión de riesgos.

7. Promover la seguridad como un activo de la organización

Trabajar en una organización que navega en medio de la incertidumbre conduce a insatisfacción, baja productividad, conductas deshonestas y condiciones proclives al error.

Empleados y directores deben tratar de construir un espacio de trabajo seguro en todos los sentidos. Y eso se consigue con una gestión de riesgos proactiva, enfocada en la prevención. Así, es posible implementar una sólida y eficaz cultura de gestión de riesgos. Por supuesto, es una iniciativa que tiene que venir de la alta dirección.

8. Capacitar a los empleados clave

La formación en gestión de riesgos no debe tener como destino único a los profesionales del área. Como ya hemos dicho, la alta dirección debe realizar programas de formación en el área de riesgos; y  también todos los empleados que tengan a su cargo procesos clave. Cuantos más empleados obtengan capacitación en gestión de riesgos, más eficiente y más efectiva será. Pero es otra iniciativa que parte de la alta dirección.

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