ser proactivo en la gestión de riesgos

Ser proactivo en la gestión de riesgos significa abandonar el enfoque reactivo para impulsar la ventaja competitiva, elevar la rentabilidad y proyectar la organización hacia el crecimiento futuro. Pero no es nuestro objetivo hoy resaltar los beneficios de ser proactivo en la gestión de riesgos. Veremos el otro lado de la barrera. ¿Cuáles son las consecuencias de no ser proactivo en este tipo de gestión?




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8 consecuencias de no ser proactivo en la gestión de riesgos

Ser proactivo en la gestión de riesgos es un buen negocio. Lo demuestran algunas de las consecuencias de la actitud contraria, la que consiste en simplemente “tirar los dados” y esperar a ver cómo sale todo:

1.Demandas, multas y sanciones

Parte importante de la gestión de riesgos comerciales implica asegurarse de que la organización minimiza su exposición legal siguiendo unas reglas. La gestión de riesgos proactiva aborda esos riesgos, y establece planes para tratarlos.

No garantizar que la organización cumple con todas las leyes y regulaciones puede aumentar las probabilidades de que la demanden y, como consecuencia de ello, se establezcan multas y sanciones. Y aunque la organización podría ser demandada incluso si cumple con la letra y el espíritu de la ley,  las probabilidades de éxito de esas demandas disminuyen cuando se decide ser proactivo en la gestión de riesgos.

Las demandas cuestan dinero a las organizaciones tan solo por el hecho de tener que llegar a un acuerdo con el demandante, el coste de la representación legal o por los daños que se determinen.

2.Pérdidas catastróficas

El hecho de no evaluar ni prevenir ni minimizar de forma adecuada los daños de los riesgos puede ocasionar la pérdida de una cuota de mercado, porque no se supieron predecir los riesgos de condiciones comerciales siempre cambiantes.

También, se podrían perder grandes cantidades de dinero si no se anticipan los riesgos de expandir una operación; también es posible sufrir daños irreparables en la reputación de la organización si no se prepara para tratar contratiempos que pueden ser anticipados.

Ser proactivo en la gestión de riegos empresariales tiene un impacto definitivo en las finanzas de la organización. La inversión requerida puede parecer alta, pero las pérdidas en caso contrario pueden ser mucho mayores.

3.Robo

En un mundo perfecto, la gestión de riesgos se convierte en parte de la cultura corporativa, influyendo en cada decisión, en todas las áreas y en cada posición. Incorporar y comunicar el análisis de riesgos, incluso a nivel de empleados a tiempo parcial, demuestra que se incorpora un enfoque basado en el riesgo proactivo.

Por el contrario, no hacerlo indica una actitud laxa y un enfoque basado en el azar. Este tipo de cultura no es ignorada por los empleados o socios comerciales sin escrúpulos. El riesgo de robos y fraudes aumenta, así, exponencialmente.

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4.Dejar de crecer

Ser proactivo en la gestión de riesgos hace que la organización tenga mayores oportunidades de crecer y ganar confianza, sobre todo cuando hablamos de PYMEs.

Veamos un ejemplo: es mucho más probable que alguien salte a una piscina si tiene la certeza de que el agua es lo suficientemente profunda como para evitar lesiones. Esto no significa que no se pueda lastimar. Pero sí implica que se asume un riesgo controlado, con información suficiente.

Pero imaginemos que estamos en un trampolín, a diez metros de altura, sin tener la menor idea sobre la profundidad y las características de la piscina. Seguramente no saltaríamos.

Esta es la misma situación que afrontan las organizaciones que deciden “lanzarse” a nuevos mercados, innovar con productos diferentes o incursionar en otros paísesEvaluar el riesgo y tomar medidas para mitigarlo equivale a estudiar la piscina antes de decidir utilizar el trampolín o solo meterse en ella con precaución desde la escalera.

5.Pérdida de transparencia

La transparencia requiere y crea confianza mutua, un componente clave de una cultura organizacional propia de una empresa que se compromete con sus clientes, con sus empleados, con sus socios y con su comunidad.

Cuando una organización integra la gestión de riesgos en todos los aspectos de sus operaciones, genera esa transparencia. Pero si se ignoran los riesgos, o peor aún, se ocultan a los empleados, entonces los responsables de las organizaciones establecen barreras de confianza.

Ser proactivo en la gestión de riesgos implica asumir un enfoque holístico, que impregna la cultura y el comportamiento en toda la organización, aumentando la transparencia.

6.Rotación de empleados

De la mano con el punto anterior, viene que un cierto número de empleados decida abandonar la organización. Esto ocurre por varias razones, tanto profesionales como personales. 

Algunos empleados sienten que su potencial de crecimiento se limita en una organización que no asume un enfoque proactivo para gestionar los riesgos. Lo realmente importante es que muy probablemente se trate de los mejores talentos.

7.Insatisfacción del cliente

Si los clientes se sienten insatisfechos por cualquier razón, la decisión más predecible es una migración hacia la competencia. Y no se irán callados: la insatisfacción se manifiesta en redes sociales, y en el famoso “boca a boca”. Reconstruir esa confianza puede llevar mucho tiempo.

Este es el escenario al que está expuesta una organización que no asume un enfoque proactivo en la gestión de riesgos.

8.Fracaso comercial

Todo lo anterior se resume en una última consecuencia: el fracaso comercial. La perdida de la reputación, los clientes perdidos, los fallos de los productos, el abandono de los buenos empleados… todo ello conduce a el fracaso comercial, que obliga a las organizaciones a replantearse su situación.

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