En la era digital, el riesgo es una constante. Por ello, su adecuada gestión es indispensable para proteger la información crítica de las organizaciones. Ante este reto, la gestión de riesgos en ISO 27001 se transforma en herramienta básica para implementar sistemas sólidos y cumplir con los más altos estándares de seguridad, mientras que la formación especializada en seguridad de la información cobra cada vez más valor.
ISO 27001 exige un enfoque riguroso, estructurado y verificable para identificar, evaluar y tratar los riesgos que afectan a los activos de información. Es una guía para adoptar una cultura organizacional preventiva y profesional en torno a la seguridad. Además, su método combina claridad operativa con flexibilidad contextual, de modo que puede adaptarse a organizaciones de características muy diferentes.
¿Qué implica la gestión de riesgos en ISO 27001?
La gestión de riesgos en ISO 27001 es eje vertebrador de los sistemas de gestión de seguridad de la información (SGSI). Representa una metodología transversal que permite anticipar incidentes, minimizar impactos y salvaguardar la continuidad operativa. En esencia, propone una visión que conecta decisiones técnicas con objetivos estratégicos.
La norma, la gestión de riesgos en ISO 27001 se divide en dos componentes principales:
- Evaluación de riesgos: es el proceso sistemático para identificar, analizar y valorar amenazas que puedan afectar a la seguridad de la información.
- Tratamiento de los riesgos: es la definición y aplicación de controles para eliminar o mitigar los riesgos identificados a niveles aceptables.
Ambos procesos deben estar adaptados al contexto organizacional, estar documentados y ser verificables por medio de auditorías internas y externas.
¿Cuándo se debe realizar una evaluación dentro de la gestión de riesgos en ISO 27001?
La evaluación de riesgos en ISO 27001 debe integrarse como un proceso continuo y permanente dentro del SGSI. Sin embargo, existen circunstancias excepcionales que exigen su revisión o actualización:
- Implantación inicial del SGSI: es el punto de partida para construir una base sólida de controles de seguridad.
- Cambios significativos en la organización: es el caso de adquisiciones, nuevas tecnologías o reestructuraciones que pueden alterar el perfil de riesgo.
- Incidentes de seguridad: cualquier violación de datos o ciberataque exige una reevaluación del sistema.
A ello hay que sumar las revisiones periódicas, al menos una vez al año, para mantener el sistema actualizado frente a nuevos escenarios. Incorporarlas al calendario de auditorías internas refuerza la visión preventiva y mejora la capacidad de respuesta de la organización, alcanzando una gestión de riesgos en ISO 27001 realmente eficaz.
Etapas del proceso de gestión de riesgos en ISO 27001
El proceso de evaluación, tratamiento y gestión de riesgos en ISO 27001, puede dividirse en seis etapas fundamentales.
1. Definir la metodología de evaluación
Antes de identificar las amenazas, la organización debe definir cómo se medirá el riesgo. La metodología de evaluación debe ser clara, objetiva y coherente con el tamaño, sector y recursos disponibles. Algunos elementos clave que se deben tener en cuenta son los siguientes:
- Criterios de aceptación del riesgo: determinan qué nivel de riesgo se considera aceptable.
- Escalas de impacto y probabilidad: permiten clasificar cada amenaza en función de sus potenciales efectos.
- Responsables del análisis y del seguimiento: lo habitual es que sean los propietarios de activos o responsables de área.
2. Identificar riesgos y vulnerabilidades
Este paso dentro de la gestión de riesgos en ISO 27001 consiste en mapear las amenazas potenciales. Se recomienda comenzar realizando con un inventario exhaustivo de activos: equipos, software, bases de datos, documentos físicos, sistemas en la nube, etc.
Posteriormente, se analizan los riesgos asociados a cada uno de esos activos:
- Internos: errores humanos, fallos técnicos o accesos no autorizados.
- Externos: ataques cibernéticos, cortes eléctricos, catástrofes naturales, etc.
- De terceros: proveedores de servicios, socios tecnológicos o desarrolladores externos, entre otros.
Una novedad destacada en la revisión de 2022 de la norma es la incorporación de riesgos derivados del cambio climático que podrían afectar la disponibilidad de la infraestructura o la conectividad.
Toda esta información debe centralizarse en un registro de riesgos que se debe actualizar regularmente y debe ser accesible para todos los implicados.
3. Analizar y priorizar los riesgos
Una vez identificados, el siguiente paso de la gestión de riesgos en ISO 27001 es evaluarlos y clasificarlos. Para ello se puede utilizar una matriz de riesgos, que cruza la probabilidad de ocurrencia con el impacto previsto. Permite visualizar de forma rápida los riesgos más críticos y facilita la priorización de acciones: los de puntuación más alta deben tratarse de inmediato, mientras que los de puntuación baja pueden aceptarse si su coste de mitigación es elevado.
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Para cada riesgo evaluado, la organización debe elegir la estrategia de tratamiento más adecuada:
- Evitar: se elimina el activo o proceso que genera el riesgo.
- Reducir: se aplican controles para disminuir su probabilidad o impacto.
- Transferir: se contrata un seguro o se delega en un tercero.
- Aceptar: se asume si está dentro del umbral aceptable.
Los controles que se apliquen deben estar alineados con el Anexo A en ISO 27001 y justificarse en la Declaración de Aplicabilidad. Esta justificación es clave para demostrar conformidad durante la auditoría de certificación.
5. Elaborar los informes requeridos
La documentación en ISO 27001 juega un papel fundamental en la gestión de riesgos. La norma exige mantener evidencia verificable del proceso mediante:
- Informe de evaluación de riesgos: recoge los resultados del análisis.
- Resumen de priorización: explica por qué se tratan unos riesgos antes que otros.
- Plan de tratamiento: detalla qué controles se aplicarán, quién los implementa y en qué plazos.
Estos informes deben validarse por la dirección y formar parte del sistema de mejora continua.
6. Monitorizar y revisar el SGSI
El entorno digital es dinámico, por lo que el SGSI debe estar en constante evolución. Para ello, es fundamental:
- Establecer revisiones periódicas del registro de riesgos.
- Evaluar la eficacia de los controles implantados.
- Invertir en herramientas tecnológicas de monitoreo automatizado que detecten desviaciones o nuevas amenazas en tiempo real.
Además, los resultados de la evaluación deben retroalimentar el sistema, ajustando procedimientos y formando al personal cuando sea necesario.
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