riesgos que exceden los límites aceptablesCuando hablamos de riesgos que exceden los límites aceptables, hacemos referencia a aquellos posibles eventos que tienen la capacidad de impedir el alcance de un objetivo, y que desbordan el apetito de riesgo de la organización.

El apetito de riesgo, como ya lo abordamos en alguna ocasión, es la cantidad y el nivel de riesgo que una organización está dispuesta a aceptar, sin que se afecte su capacidad para alcanzar objetivos estratégicos. Los riesgos que exceden los límites aceptables están entonces por encima de ese rango, lo cual no significa que no puedan ser tratados.

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En gestión de riesgos hay una expresión que por su veracidad ha escalado hasta convertirse en un axioma: “Gestionar todos los riesgos es imposible”. Esto, que se ha convertido en un postulado irrefutable, no es en la práctica tan cierto. Podemos decir que “eliminar todos los riesgos es imposible”, pero gestionarlos o tratarlos no lo es.

Esto significa, en otras palabras, que aún podemos hacer algo con los riesgos que exceden los límites aceptables. Podemos y debemos hacerlo. A continuación, analizamos qué y cómo hacerlo.

Riesgos que exceden los límites aceptables – 3 pasos para gestionarlos

No existen organizaciones con presupuestos ilimitados. Eso, por supuesto aplica y se refleja proporcionalmente en el área de gestión de riesgos. Los profesionales en el área realizan evaluaciones para identificar riesgos y priorizarlos con base en la probabilidad, el impacto negativo y el tiempo estimado en que puedan ocurrir, pero también limitando sus acciones a un presupuesto financiero y de recursos tecnológicos, de personal y de tiempo.

Con esta información a la mano, se decide qué riesgos serán tratados – eliminar, mitigar, transferir -, y cuáles serán aceptados o tolerados, de acuerdo con el apetito de riesgos ya establecido para la organización.

Es como acomodar cada ficha en su lugar en un rompecabezas. Pero, ¿y si sobran piezas? Esas piezas sobrantes son los riesgos que exceden los límites aceptables. Una opción sería ampliar el límite – apetito de riesgo -, lo cual implica consecuencias que tendrían que ser abordadas con cautela.

Considerando o no esas consecuencias, esa es una opción que toman algunas organizaciones. Otras, más conservadoras, prefieren abstenerse y disminuir sus expectativas de crecimiento, dentro de un marco de relativa seguridad.

Son dos esquemas opuestos: por un lado, las organizaciones que demuestran cierta aversión al riesgo, y por otra, aquellas que viven al límite, o incluso superándolo. Como en la vida, para ambas, las cosas pueden salir muy bien o muy mal.

Pero no son las únicas opciones. Aún podemos hace algo con los riesgos que exceden los límites aceptables. Estas son tres sugerencias:

Evaluar un caso a la vez

La suma de las piezas sobrantes puede ser abrumadora. Pero si las observamos una por una, pueden surgir ideas sobre dónde ubicarlas o qué hacer con ellas. En la práctica, se trata de realizar una nueva evaluación de riesgos, con un enfoque comparativo.

El objetivo es establecer si al aceptar un riesgo en particular, excediendo el límite de apetito de riesgo, se podría aprovechar una oportunidad que representase una ganancia mucho mayor que el coste de tomar medidas para eliminar o mitigar el riesgo.

Seguramente, al dar este paso, algunas de las piezas sobrantes encontrarán su lugar. Quedarán algunas. Para ellas, consideremos un segundo paso.

No todos los riesgos se pueden eliminar. Hay #Riesgos que exceden los límites aceptables. ¿Qué hacer con ellos? Conoce tres pasos para gestionarlos #ISO31000 #RiskManagement Clic para tuitear

Identificar qué está bajo nuestro control y qué no

“Los problemas se dividen en dos: los que tienen solución y los que no”. Es una expresión coloquial de la vida diaria que se complementa con una invitación a buscar la solución de los problemas que la tienen, y olvidarse de los que no la tienen, ya que preocuparse por ellos resulta total y absolutamente inútil.

Nada más acertado para proceder con las piezas que aún nos sobran. Solo que aquí, en gestión de riesgos, el enfoque sería clasificar los riesgos en aquellos que están bajo nuestro control y aquellos que no.

¿Cómo sabemos que un riesgo está bajo nuestro control o no? Identificando la causa raíz. Sólo así podemos establecer si podemos hacer algo o no. En el sector agrícola, por ejemplo, el clima representa un riesgo importante que está fuera del control de cualquier organización. Si bien no es posible hacer algo para modificar el clima, sí pueden las organizaciones de ese sector tomar medidas alternativas para mitigar el impacto, como acopiar alimentos en cosechas excepcionalmente productivas, para distribuirlos en temporadas en las que el clima afecte la producción.

Ahora, el número de piezas habrá disminuido. Si aún sobran algunas, podemos dar el tercer paso.

Vigilar el comportamiento de los riesgos fuera de control

Si sabemos que debemos aceptar un riesgo, y que no tenemos control sobre él, por lo menos podemos estar atentos y vigilarlo constantemente para que no nos tome por sorpresa.

El monitoreo, además de impedir el impacto de la ocurrencia de un evento negativo sorpresivo, permite aprender del comportamiento del riesgo y tomar algunas medidas para mitigar su impacto. En algunos casos, los profesionales comprueban que el riesgo cambia y que deja de ser tan probable o tan negativo. Aunque también puede suceder lo contrario.

Para organizaciones que tienen operaciones en países expuestos a conmoción política o social, este es un muy buen ejemplo. Se pueden tomar medidas, de acuerdo con una constante observación, para trabajar a toda capacidad, mientras sea posible, para, así, minimizar las pérdidas de los días en que será imposible producir como consecuencia de manifestaciones, rebeliones, paros…

A este punto, cada pieza estará ubicada en algún lugar. Pero, ¿cómo contar con profesionales que tengan la capacidad de tomar estas decisiones y aumentar las probabilidades de conseguir los objetivos organizacionales? La formación es la respuesta.

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La gestión de riesgos eficaz es el resultado de reunir tres elementos esenciales: conocimiento, herramientas adecuadas, y un Sistema de Gestión adecuado. Estos tres elementos son los que adquieren los alumnos del Diplomado Risk Manager de la Escuela Europea de Excelencia.

Los profesionales que toman este Diplomado adquieren la capacidad de participar en forma proactiva en el Gobierno, Gestión de Riesgos y Gestión de Cumplimiento de sus organizaciones, pero también de liderar equipos de trabajo y anticiparse a cualquier tipo de contingencia.

Este programa de excelencia, ofrece además una triple titulación: de la Escuela Europea de Excelencia, como Auditor de Riesgos, y como Auditor ERCA para Europa y América Latina.

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